Cuando la humanidad se vio obligada a afrontar nuevos retos sociales y culturales a causa de la incontrolable aparición de la globalización, las regiones de todo el mundo padecieron altibajos, reformas, sometimientos, opresión y resignación, como consecuencias de lo inhóspito de sus fenómenos. La intervención del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) visualizó la esperanza para una sociedad semi-fragmentada por la intensidad de las violencias locales, las inestabilidades políticas y los ideales extremistas de algunos conglomerados o epicentros mundiales. (Ver objetivos de Desarrollo del Milenio - PNUD)
VIH/SIDA junto otras enfermedades en el mundo, nuevos conflictos y hambrunas en África, la inconsistencia de algunas democracias en América Latina y los reveses económicos registrados en muchos de los estados árabes y en algunas partes de Europa central, fue el panorama que registró el planeta al inicio de la primera década del siglo XXI, un tanto desalentador desde cualquier punto de vista político o económico, pero sería la oportunidad para los gobiernos innovadores de implementar estrategias contundentes, además contarían con el apoyo de ONG regionales y la apuesta internacional de la Organización para las Naciones Unidas ONU y su PNUD.